Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos: Guardaos de los escribas… Lucas 20.45–46 El modo que Jesús tenía de tratar a los pecadores estaba normalmente marcado por una ternura tan extrema que se ganó un burlón apodo por parte de sus críticos: amigo de pecadores (Mateo 11.19). Cuando Él se encontró hasta con el más flagrante de los leprosos morales (desde una mujer que vivía en adulterio en Juan 4.7–29 hasta un hombre infestado de una legión completa de demonios
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